Todo el mundo tiene cargas, preocupaciones y miedos. Pueden agobiarnos y alejarnos de cualquier plan que Dios tenga para nosotros. El miedo al fracaso o la vergüenza pueden impedirle compartir el evangelio. La preocupación por el futuro no te permitirá confiar en el plan de Dios. Entonces, ¿cómo nos deshacemos de estos miedos, cargas y preocupaciones que nos alejan de Dios?
Nos soltamos y dejamos a Dios. Dale el control de tu vida. Lleva tu vergüenza y tus cargas al altar y entrégaselas a Él. Nuestras batallas y luchas le pertenecen a Él, así que en lugar de preocuparte por el mañana debes pelear la batalla alabando a Dios y entregándole todo. ¿Habías escuchado esa frase antes? Dale tu todo, tu todo. No ocultéis nada de Él. Entrégale tus fracasos y tristezas, tus alegrías y tus luchas, entrégaselo todo a Dios. Dejar ir y dejar a Dios.
Entonces, sabes qué hacer, pero ahora debes hacerlo. ¿Pero cómo? Es más fácil decirlo que hacerlo. Como siempre, puedes orar. La oración es una excelente manera de comenzar.
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